De traiciones y sensaciones.
Hombres somos, y también lo parecemos. Llevamos con dignidad las cicatrices del látigo de la vida. Afrontamos con resignación y redaños el, cada vez más difícil, levantarse por la mañana. Esquivamos con cintura de púgil ligero los sablazos del día a día. Nos abrimos paso, entornando los ojos, por la espesura del papeleo de la burocracia. Pasamos de puntillas por la ventanilla del "fisco", pagamos martín martín los impuestos que como un aguacero, nos caen encima y no nos da tiempo de esquivar.... Y justo en el costado débil, en la esquina oscura del alma, ijares desnudos de nuestra debilidad, recibimos el lanzazo certero de la traición. Hombres, y también mujeres, pueden sufrir "sirlazos" de este estilo, pero en este caso quiero romper una lanza por el "sexo débil", o sea, nosotros. En el momento en el que clavan el estoque en el hoyo de agujas, no sentimos nada. Nos damos cuenta de la gravedad del asunto, pero no se asume. El subconsciente nos suministra ...