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EL MISTERIO DE SOMORROSTRO V

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  Era una mañana de domingo un poco particular. Después de un amanecer borrascoso y gruñón, al crecer el día, el sol se encargó de alegrar la vida a los vecinos. La calle de  Adolfo Pérez Esquivel  se contagió de ese optimismo, y en su esquina, Susana se encontraba hurgando en el bolso, discriminando tiques inservibles de otros que debía conservar, por si acaso. Buscaba el último recibo del alquiler. La dueña de su piso era una señora mayor, que vivía en  Alcalá de Henares , y que tras su jubilación se mudó a un silente pueblo de  Cuenca . A pesar de las subidas del mercado en los últimos años, Agapita (que así se llamaba la señora) le había mantenido el precio, y era una casera ejemplar, de las que no molestan ni ponen pegas cuando se estropea un lavavajillas. Las dos partes, inquilina y arrendadora habían conseguido la armonía perfecta del universo imperfecto de la vivienda. A pesar de los dobleces, lo encontró detrás del todo. Se acercaba la fecha del pago y no quería que se olvidar

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO IV

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  EL MISTERIO DE SOMORROSTRO IV Jorge y Nacho  quedaron a desayunar en el  Luna , ese martes por la mañana. La calle  Miralso l es un afluente de  Coslada  que se recuesta en San Fernando por la  avenida de Vicálvaro . Todo muy cosmopolita. -Paga tú, que te hacen descuento- dijo el ordenanza cuando acabaron la tostada. -¿Y a ti no? Aquí no distinguen a los laborales de los funcionarios, y hacen bien-  Jorge Vélez  no escurría el bulto, pero le dejó claro que la oferta era para los que trabajaban en la comisaría, sin distinguir de régimen jurídico. - Lo que te dije Jorge. Ese chico no estaba metido en asuntos raros. Trabajaba para un periódico y estaba investigando algo del barrio de  Parque Henares . Ya sabes que los rumores corren como la pólvora, y a mi me da que se lo cargaron por husmear en asuntos donde el  lado oscuro  no tolera. - No lo descarto. Pero ahora mismo las pruebas se están estudiando, y el piso donde vivía el chaval ha sido inventariado. Cuando sepa algo del contenido

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO III

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  Cuando el autobús L7 paró en la Plaza de Guernica, emitió un largo sonido que parecía el estertor de la muerte de las máquinas. A Susana siempre le sobresaltaba esa liberación tan estridente, de vapores y cansancios, que se producía al final del trayecto, y despertaba a algún despistado que se había quedado dormido, al son del traqueteo. Cuando atravesó el paso de cebra, no pudo olvidar la escena vivida hace unos días. El cuerpo inerte del joven y la muchedumbre; la tensión a primera hora de la mañana; lo tétrico de la flor de lis en el abdomen. Paso al lado del parterre y el rabillo del ojo se le fue, cotilla e indisciplinado, a ver si distinguía la silueta del cadáver, delimitado por cinta blanca, como en La Novia Gitana, pero no había nada. El caso es que, más adelante, para intentar olvidar aquella escena durante un rato, pensó en pasarse por el Alcampo a comprar algo de cenar, que se saliera de lo habitual entre semana: - ( ¿Habrá sushi? 🍣) -pensaba, mientras caminaba, ilegalm

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO II

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  La reunión de las nueve, en el departamento de homicidios había empezado media hora más tarde de lo habitual. El comisario de  Coslada  era una persona metódica, que dejaba pocas cosas al albur de la improvisación. La demora tenía una explicación: nuevos datos aparecidos en torno a la muerte de la calle  Somorrostro  tenían que ser incorporados al expediente, y resultaban vitales para la explicación al equipo. -  Jorge, vas a llevar tú este caso. Es un homicidio en  San Fernando . La llamada de teléfono fue concisa y casi rutinaria.  Jorge Vélez , inspector de policía, hombre hecho a sí mismo, autodidacta, solía hacer buen tándem con su jefe. Pocos sucesos se habían quedado sin aclarar. Normalmente las noches sin dormir y el talento de oficiales y agentes había dado siempre sus frutos. Pero este caso parecía diferente. Un pálpito; la intuición que no se gobierna, le hacían sentir algo especial cada vez que echaba un vistazo a la foto del cadáver, con el símbolo de la flor de lis en a

𝙀𝙇 𝙈𝙄𝙎𝙏𝙀𝙍𝙄𝙊 𝘿𝙀 𝙎𝙊𝙈𝙊𝙍𝙍𝙊𝙎𝙏𝙍𝙊

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  De lunes. Enero. Eran más o menos las seis y cuarto. Cuando  Susana  salió del portal iba pensando en sus cosas, y cabreada sin motivo, como todas las mañanas en las que se inaugura una semana nueva. Le gustó, quizá, el impacto de la brisa fría, bastante húmeda y revitalizadora de la borrasca pasajera y femenina, que te prepara de una manera estupenda para afrontar lo que te echen en el trabajo, y se va dosificando a lo largo de toda la jornada, aunque luego el bajón te viene de golpe, como con las drogas. Con paso alegre y casi marcial recorría el carril bici con destino a la clausurada puerta del metro de  Jarama . Sentía, como siempre, un sentimiento latente de culpabilidad porque sabía que si algún ciclista pasaba a su lado se cabrearía con razón. Aunque a esas horas, era difícil que alguien tuviera una afición desmedida al "biciclismo". La luna era una uña perfecta por encima del  Paseo de los Chopos . Parecía que hubiera ido a que la perfilara  Gladys , la esteticien

Receta de "Gacetillas Realsitienses" contra el aburrimiento navideño

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  El nacimiento de un libro siempre es un acontecimiento digno de celebrar. Si la obra en cuestión la presenta el escritor más importante que ha tenido una ciudad, yo diría, sin ánimo de parecer exagerado, que debería ser de "interés público general". Se cumple exactamente un mes desde la presentación en el centro Marcelino Camacho,  del segundo tomo de las "Gacetillas Realsitienses" https://www.amazon.es/Gacetillas-realsitienses-Rafael-G%C3%B3mez-Herrera/dp/B0CHW9J3JQ y creo que según avanza el tiempo y el interés por lo cultural, se hace indispensable recordar que nunca es tarde para comenzar o retomar la noble virtud de la lectura, más si cabe en tiempos de inmediatez, consumo instantáneo de información y falta de comprensión lectora y calma analizadora en la mayoría de la población. Guardar diez minutos de nuestra existencia cada día; reservar un espacio para nosotros mismos y para el libro que tenemos enfrente nos ayudará a poner freno y adquirir perspectiva de

CALLE JARDÍN: MIRANDO AL MAR Y A LA TIERRA

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  CALLE JARDIN: MIRANDO AL MAR Y A LA TIERRA El otro día la nombraron, y en la visión de sus fotografías se notaba el sol y las sonrisas de los niños, aunque fuera hace sesenta años. También se mencionaron otras calles, otros rincones de San Fernando de Henares, donde se vivía humildemente al socaire de los olivos y los barros, de las lecherías y las bodegas. Era un pueblo limpio de puro bueno, y en ese sol pletórico que se apreciaba, se percibía la influencia de los niños y de las madres, de las meriendas y de las trastiendas. Hay un San Fernando que conecta con aquella población de la ribera, que todavía miraba al río de frente y confiaba en el, pues no tenia acechanzas de contaminación, ni olores que recordaran a la muerte. Al oír las palabras de Luis Aurelio, me quedé con la copla de que la calle podía ser circuito de ciclismo, llanuras del Missisippi, plató de la Metro Goldwing Mayer o pasarela de modelos parisina. Se conectaba lo divino con lo humano, lo estático con la actividad