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Mostrando entradas de abril, 2010

Vidas truncadas

Un banco de la calle inflama El beso cerrado del alba Las manos de uno en los hombros Del otro que los reclama Desde mi rincón escribo Espío desde esta atalaya Una mirada sincera Un amor sin doblez ni tacha Y mojando la pluma pienso En sus penosas andanzas En este Madrid justiciero De tirón cruel y navaja Tal vez añoren el viento Que atestiguó su mirada Primera vez... el deseo En tardes desangeladas ¿Quién sabe...? mi mente divaga por casas ajadas e infectas y en medio una cuna dorada o ni tan siquiera eso... ríos secos de esperanza. En ese momento una mano Dibuja una línea en la cara Delatando la mancha negra Estigma de aguja infectada Ésta la mano que brega Que surca la oreja y que viaja Se va deteniendo en los labios De almendras garrapiñadas Comidos por el mal fario Devorador de las almas. Y de un golpe se esfuman De mi mente las buenas estampas Las alegrías futuras Retozos tibios de cama. Me sumergí en un momento Un instante en su rayo de calma Beso lento, ojos cerrados Acunándose

La línea del horizonte

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Otra vez se dibujó la línea del horizonte delante de ella. Pero a diferencia de aquella primera aparición, años atrás, que fue como la visita de un ángel, esta vez el acontecimiento brotó como una bruma incierta que ocultaba la luz de un futuro por construir, el ánimo en horas bajas y el rumbo a un destino desconocido. Parecía que estaba predestinada a emigrar cada cierto tiempo y establecer relaciones con fecha de caducidad, sin raíces. Pero el paso de los años ya había hecho mella en la fortaleza de su resistencia, y el cierre de las cremalleras provocaba esta vez que alguna lágrima asomara por el quicio de sus ojos. Sylvia no era de las que echaba la vista atrás. No lo hizo la primera vez que abandonó la casa de sus padres. Era todo ansia de futuro, avidez de caras nuevas y de aires extraños. Otras se fueron mucho antes, movidas por las ganas de hacer algo de dinero y de comprarse un coche que no tuviera que pisar barro y llevar alpacas de paja. Ella tuvo un sentimiento repentino