NAVALCARNERO

Serían las once y diez cuando nos subimos al coche. Como siempre, el día anterior busqué entre el puñado de pueblos de Madrid y decidí cual sería nuestro próximo destino: Navalcarnero.

Nunca antes me había acercado por allí. La idea que he tenido siempre de ese pueblo era la de una población medio toledana, medio madrileña; de tamaño medio, de condición insulsa y vino peleón. Nada más lejos de la realidad.

Navalcarnero es un pueblo civilizado, limpio, cuidado, del siglo veintiuno. Conserva de pueblo el nombre y el paisanaje, las tiendas y la plaza mayor, el ayuntamiento viejo y la cooperativa. Nada más. Salvo una "oloreta" fugaz de aroma de leña, lo demás transmitía el olor discreto de cualquier ciudad.


" Y como en cualquier sitio
donde se asoma el turismo
todo rincón es lo mismo
museo nuevo, mesón
y oficina de turismo"

Toditas las puertas nuevas, el adoquinado perfecto, los letreros de las calles impolutos, y un ayuntamiento nuevo a media distancia entre la sede de la ONU y un palacio de congresos tamaño mini. ¡Donde han quedado los ayuntamientos con su balcón a la calle! En éste del que os hablo, tendría que colgarse Pepe Isbert del tejado y dar el discurso en una parada de "rappel", agitando la manita que le queda libre, al compás de la ronquera.

Pueblo monumental, serena calma y relax. Villa moderna, aldea global y globalizada. De aquellos adobes nos vienen estos "pladures". Creo que sería un buen sitio para vivir porque al menos, no sufren la tiranía de la basura, que campa a sus anchas por Madrid. Aquí la gente orina donde debe, tira las mondas de patatas donde tiene, y pinta sus cuadros y garabatos donde quiere, menos en la fachada del vecino. Se agradece este orden, les felicito por ello. Parece mentira tener que aplaudir gestos que deberían difuminarse en lo cotidiano.

Sólo un inconveniente hubo. El termostato de Susana. Los caprichos de la salud no saben de visitas agradables ni de buenos ratos. Pero por muchos virus que nos ataquen, volveremos. Queda pendiente visitar tu cueva del vino como Dios manda, serpentear por tus rotondas hasta llegar a la cooperativa, y dar buena cuenta de tu cordero al horno. De Segovia te viene la cuna del vino y del buen yantar...






Comentarios

Susana ha dicho que…
Ein? Mi termostato? Es que una no se puede poner malita sin que lo difundes?

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