ANTONIO BREVA

No quería que llegara el lunes. Así se lo dije a mi amor el domingo. No quiero que llegue. Las razones eran tan peregrinas, a la vista de lo que luego ha pasado, que parece que el destino se escondia bajo un manto de nimiedades.

Ha muerto Antonio. Una persona que navegaba por este mundo con lo puesto. Un pozo de sabiduría, autodidacta a machamartillo, irónico, sagaz, bueno por naturaleza. Ni las pérfidas agujas del destino, ni los reveses del desamor, ni la lucha diaria borraron su risa socarrona, su lengua libre y republicana.

Un puñado de amigos le quedaban. Compañeros de trabajo era todo lo que tenía y algún otro colega de profesión que solícito le cuidaba. Porque lo demás se le había quedado en el pasado. La mitad de su alma, el amigo que recuperó en el último recodo de su existencia, Pedrín, también se lo robaron hace un tiempo. ¡Cuánto peso para su maltrecha espalda!.

La soledad era su amiga, los libros su manantial, los recuerdos, quizá, su penitencia silenciosa. Las noches en las que los demás disfrutábamos con los nuestros, él corría con los "maquis" por la falda de la sierra, tomaba café con Godoy en un salón palaciego, acariciaba con amor los lomos sobados de sus lecturas favoritas. Nocheviejas de luces ténues, de cigarrillo y brindis consigo mismo. Nunca tuvo un reproche, un mal gesto, hasta que no le quedó nada, y el desaliento podía más que su entereza; porque le dolía el alma y el cuerpo, sufría al tocar lo intangible, los sentimientos.

Lo último que me dió fue una botella de orujo, pero durante todos estos años me regaló muchas cosas: su saludo y "ven para acá", sus mejillones con picante, su chorizo de burra,su conversación lúcida y tranquila, y su mirada despierta... su cuerpo siempre se quejaba quizá por no poder albergar el peso de un corazón oceánico.

Antonio, esta fue tu vida; te negó el futuro que se merecen los hombres cultos, aristócratas del pensamiento que sólo atisban la luz del triunfo allá a lo lejos. Alargaste la mano y no pudiste tocar tu nirvana.

Espero que donde estés, te hayan recibido como a los guerreros triunfantes, y los que flanquean tu senda de honor pueden estar seguros de que en un cuerpo enjuto puede caber un espíritu enorme, díscolo y aventurero.

Descansa en paz.

Comentarios

manu ha dicho que…
Jo, con una dedicatoria como esta tras la muerte de alguien, en verdad se puede hablar de una muerte digna, impresionantemente precioso...cada vez me está gustando más pasar por aquí y ver que estás letras no se las lleva el viento...SaLu2...mAnU...
Rocigalgo ha dicho que…
Las letras pesan. Sobre todo las dedicadas a Antonio. Era guardia de seguridad por circunstancias de la vida, y la vida misma se pasó bastante con él. Se merecía un homenaje y yo lo he intentado al menos...
Paco Lainez ha dicho que…
Hermoso de verdad.

Volveré.

Saludos

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