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Mostrando entradas de julio, 2008

ALBA

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Todavía conservo el aroma de fresa que destilaba su piel. Fue como regresar a los más tórridos momentos de la adolescencia, donde todos los olores son amables, donde los fluidos estallan y surgen como un volcán de furia incontenible. Ahora, mientras voy conduciendo por esta carretera sin nombre, me siento triste. Soy un hombre maduro y conozco mis límites. De hecho he podido comprobar como el rodar del tiempo me ha robado fuerzas y me ha aportado mis primeros achaques. Alba , la chica de los souvenirs, la venus de sabor a fresa, me ha llevado del cielo al infierno en apenas dos días. El cielo del sexo inagotable, de la piel más tersa que he visto, un firmamento donde las gotas de sudor resbalaban por sus senos como el agua de un manantial virgen. El infierno de saber que en algunos momentos me faltaron las fuerzas, de tener que asumir su superioridad sobre mi en el lecho de la concupiscencia, en el hecho de que, posiblemente, no vaya a verla nunca más. No me queda más que recordar, par

DIGRESIÓN SIN RIMA

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Puedo tocarlo, puedo olerlo, puedo sentirlo Si. En efecto, la oportunidad se presenta El alma escapa por los poros y regresa Es el viaje eterno que nunca descansa Si no ¡cómo advertir, gozosos, lo bello! ¡Cómo filtrar con vigor la alegría! ¿Qué sentido tendría el sagrado placer? Razón de existencia de lo feo e inmundo Por eso la pena, para eso el llanto Fuerzas, potencias para nivelar la balanza Experimentar; tirar de la brida Modelar el dolor... y triunfar Poco a poco... El duende intangible que llevo dentro Expande su aura, se multiplica, Venciendo gigantes, salvando obstáculos Abriéndose paso entre las vetas de carne Y asi espero el día en que lo luzca orgulloso Tejeré guirnaldas de flores en su honor Primer vagido de un alma inmortal.

Líbreme el destino...

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Líbreme el destino, de tanto bregar, de la lucha vacía, contra el desatino. Líbreme el devenir, porque Dios no puede de este combate sinpar, venga a mi ayuda el azar. Líbreme del Registro Civil, torre de babel colosal papeleo cruel, lodazal no he visto cosa tan vil. Líbreme, pues, del Padrón pues tropezé una vez con su afilado escalón, cuanto cabrón, cuanta hez. Líbre, librando el taller de interminable acabar que terminándome ayer cuento es de nunca acabar. Líbreme al fin del chapuza pecado supino de España hervidero de calaña gana con mi paciencia la alcuza. Líbreme el destino, pues Dios perdió la batalla hace tiempo porque razón y talento mueren de la empresa en pos.

LUDWIG VAN

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Quién pudiera, sólo por un instante, trocar tu mente por la mente mía, para poder atisbar el horizonte inmenso de tu grandeza. Qué sabio Dios aquel que te dictaba; aquel que te atormentaba con el lenguaje cósmico que tú plasmabas en una partitura. Qué oscuros vericuetos del alma humana visitabas y que claridad suprema nos has servido transformada en sonatas, sinfonías y melodías. Ludwig van, tapados tus oídos, supuraban por tus manos la divinidad de la condición furiosa y conciliadora del hombre, del ser humano con mayúsculas. La honda soledad del creador. Qué extraordinario barbecho para solaz de tu talento. No sólo basta ser un intérprete colosal. Es necesario el ejercicio "sordo" y doloroso del que modela realidades de la nada. Coger notas del viento y ordenarlas en el lenguaje místico de la música. Quién pudiera, quién, sufrir por un momento el clímax de tu libertad, ejercicio de disciplina intensa, inmensa. Marchar por un instante por la película del tiempo al son de la