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EL MISTERIO DE SOMORROSTRO VII

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 " Siempre se ha creído que existe algo llamado destino, pero es una realidad innegable que también convivimos con una realidad llamada albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio entre los dos polos de esa contradicción " Gilbert Keith Chesterton. El suelo de la Plaza de España estaba mojado municipalmente, como las calles del Madrid de la posguerra. En esta ciudad, es un minúsculo, casi ridículo camioncillo, el que pulveriza un chorro en forma de ducha hostil, mitad agua y mitad aire. Allá en la capital, in hilo tempore, el funcionario de turno empuñaba la indomable manguera, cuarteada por el uso y las batallas, como si de un caño elástico se tratara, arrastrando con su furia las colillas, las publicidades y la mugre. Son cosas del nuevo paradigma de la sostenibilidad y el ahorro. Algunas de esas gotas, como si fueran bólidos, se colaban por tandas, aprovechando la apertura ocasional de las puertas automáticas, y se estrellaban, pasadas de frenada, contra el zóca

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO VI

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El nudo gordiano del caso  Somorrostro , había encontrado un punto de distensión en el momento en que la madre de  Julián Uralde , el fallecido, y  Susana López , la involuntaria protagonista de esta historia, se sentaron en la terraza del  Gago`s  a tomarse una infusión, una mañana que se agarraba a la vertical del día, resistiéndose a su declive. La señora  Adela , mientras se tomaba la tila  Pompadour  de bolsita moderna (no sabía muy bien cómo enredarla en la cucharilla),le fue desgranando a su contertulia todo lo que sabía sobre las pesquisas que había realizado su hijo, teniendo en cuenta que habían sido comentarios a vuelapluma, y algunas veces, inducidos por desvelos y desesperaciones puntuales. Después, el desenlace abrupto de su muerte, la coherencia en la que había entrado su historia, y la casualidad precipitaron que buscara a aquella mujer, la del piso en cuestión, para que no se perdiera el hilo de la verdad que se estaba construyendo. Susana , la involuntaria protagonist

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO V

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  Era una mañana de domingo un poco particular. Después de un amanecer borrascoso y gruñón, al crecer el día, el sol se encargó de alegrar la vida a los vecinos. La calle de  Adolfo Pérez Esquivel  se contagió de ese optimismo, y en su esquina, Susana se encontraba hurgando en el bolso, discriminando tiques inservibles de otros que debía conservar, por si acaso. Buscaba el último recibo del alquiler. La dueña de su piso era una señora mayor, que vivía en  Alcalá de Henares , y que tras su jubilación se mudó a un silente pueblo de  Cuenca . A pesar de las subidas del mercado en los últimos años, Agapita (que así se llamaba la señora) le había mantenido el precio, y era una casera ejemplar, de las que no molestan ni ponen pegas cuando se estropea un lavavajillas. Las dos partes, inquilina y arrendadora habían conseguido la armonía perfecta del universo imperfecto de la vivienda. A pesar de los dobleces, lo encontró detrás del todo. Se acercaba la fecha del pago y no quería que se olvidar

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO IV

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  EL MISTERIO DE SOMORROSTRO IV Jorge y Nacho  quedaron a desayunar en el  Luna , ese martes por la mañana. La calle  Miralso l es un afluente de  Coslada  que se recuesta en San Fernando por la  avenida de Vicálvaro . Todo muy cosmopolita. -Paga tú, que te hacen descuento- dijo el ordenanza cuando acabaron la tostada. -¿Y a ti no? Aquí no distinguen a los laborales de los funcionarios, y hacen bien-  Jorge Vélez  no escurría el bulto, pero le dejó claro que la oferta era para los que trabajaban en la comisaría, sin distinguir de régimen jurídico. - Lo que te dije Jorge. Ese chico no estaba metido en asuntos raros. Trabajaba para un periódico y estaba investigando algo del barrio de  Parque Henares . Ya sabes que los rumores corren como la pólvora, y a mi me da que se lo cargaron por husmear en asuntos donde el  lado oscuro  no tolera. - No lo descarto. Pero ahora mismo las pruebas se están estudiando, y el piso donde vivía el chaval ha sido inventariado. Cuando sepa algo del contenido

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO III

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  Cuando el autobús L7 paró en la Plaza de Guernica, emitió un largo sonido que parecía el estertor de la muerte de las máquinas. A Susana siempre le sobresaltaba esa liberación tan estridente, de vapores y cansancios, que se producía al final del trayecto, y despertaba a algún despistado que se había quedado dormido, al son del traqueteo. Cuando atravesó el paso de cebra, no pudo olvidar la escena vivida hace unos días. El cuerpo inerte del joven y la muchedumbre; la tensión a primera hora de la mañana; lo tétrico de la flor de lis en el abdomen. Paso al lado del parterre y el rabillo del ojo se le fue, cotilla e indisciplinado, a ver si distinguía la silueta del cadáver, delimitado por cinta blanca, como en La Novia Gitana, pero no había nada. El caso es que, más adelante, para intentar olvidar aquella escena durante un rato, pensó en pasarse por el Alcampo a comprar algo de cenar, que se saliera de lo habitual entre semana: - ( ¿Habrá sushi? 🍣) -pensaba, mientras caminaba, ilegalm

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO II

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  La reunión de las nueve, en el departamento de homicidios había empezado media hora más tarde de lo habitual. El comisario de  Coslada  era una persona metódica, que dejaba pocas cosas al albur de la improvisación. La demora tenía una explicación: nuevos datos aparecidos en torno a la muerte de la calle  Somorrostro  tenían que ser incorporados al expediente, y resultaban vitales para la explicación al equipo. -  Jorge, vas a llevar tú este caso. Es un homicidio en  San Fernando . La llamada de teléfono fue concisa y casi rutinaria.  Jorge Vélez , inspector de policía, hombre hecho a sí mismo, autodidacta, solía hacer buen tándem con su jefe. Pocos sucesos se habían quedado sin aclarar. Normalmente las noches sin dormir y el talento de oficiales y agentes había dado siempre sus frutos. Pero este caso parecía diferente. Un pálpito; la intuición que no se gobierna, le hacían sentir algo especial cada vez que echaba un vistazo a la foto del cadáver, con el símbolo de la flor de lis en a

𝙀𝙇 𝙈𝙄𝙎𝙏𝙀𝙍𝙄𝙊 𝘿𝙀 𝙎𝙊𝙈𝙊𝙍𝙍𝙊𝙎𝙏𝙍𝙊

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  De lunes. Enero. Eran más o menos las seis y cuarto. Cuando  Susana  salió del portal iba pensando en sus cosas, y cabreada sin motivo, como todas las mañanas en las que se inaugura una semana nueva. Le gustó, quizá, el impacto de la brisa fría, bastante húmeda y revitalizadora de la borrasca pasajera y femenina, que te prepara de una manera estupenda para afrontar lo que te echen en el trabajo, y se va dosificando a lo largo de toda la jornada, aunque luego el bajón te viene de golpe, como con las drogas. Con paso alegre y casi marcial recorría el carril bici con destino a la clausurada puerta del metro de  Jarama . Sentía, como siempre, un sentimiento latente de culpabilidad porque sabía que si algún ciclista pasaba a su lado se cabrearía con razón. Aunque a esas horas, era difícil que alguien tuviera una afición desmedida al "biciclismo". La luna era una uña perfecta por encima del  Paseo de los Chopos . Parecía que hubiera ido a que la perfilara  Gladys , la esteticien