San Cayetano Ming


Bien es verdad que añorar el pasado es, mal que nos pese, haber muerto un poco. Necrosis del alma que duele pero que no huele, por lo que toda exaltación gratuíta de lo carpetovetónico me repugna; recuerda a corrillo de taberna, la frase fácil en boca apalillada del acodado de siempre, del que sabe de todo pero que luego no tiene en la vida más que tres o cuatro frases hechas.

Por eso huyo tanto de los nostálgicos como de los progres. Dejo un cuerpo de distancia entre el naftalinas y el de los bongos. Hace ya unos días que empezaron las fiestas de San cayetano y podemos afirmar que aún queda un corazoncito de madrileñismo en Madrid. Todavía se pueden oler las gallinejas al pasar por alguna calle. Los supervivientes de la invasión del comerciazo aún preparan raciones de caracoles para nostálgicos en Cascorro. ¡Ese caldillo de los caracoles!.El viento caliente y veraniego nos trae los aromas para que no nos desalentemos ante tanta mezcolanza de vanalidades. Los chinos han asentado sus pequeñas posaderas en el barrio de Lavapiés y ya apenas se puede ver una lechería o una tahona. Por otro lado es normal, pero al menos, como torillos de Osborne, podían respetarse los viejos carteles, sólo como recuerdo de un ayer que no fue peor.

San Cayetano es llevado en procesión, y asiste impertérrito a la metamorfosis del barrio. No puede girarse porque tiene el cuello de escayola y buena educación. Asiste a su homenaje como un don Tancredo que para eso lleva años cuidando de las corralas y de los callejones con olor a trastienda de bar.

Pero todavía queda jamón por cortar. Todavía se ven chulapos y chulapas. Todavía nos escoltan por algunas calles los puestos de berenjenas, aceitunas preñás y chochos. Aún se oye el repiqueteo de los barquilleros y su añejo sorteo. Quiera Dios o Buda que pueda tomarme un vermut escuchando un organillo aunque esté hecho un cascajo y la señora le retuerza el alma con cara de querer morirse. Porque eso quiere decir que Madrid sigue vivo. Y a estas le seguirá la Paloma, y luego alguna más. "Pide trabajo a San Cayetano y agradécele poder ganarte el pan". No estaría mal que alguna cofradía oriental de nuevo cuño le dispensara al santo alguna ofrenda, aunque fuera una "enrramá" de celulares, o ramos de flores con los colores de los billetes de su negocio. Él ya los está correspondiendo.

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