Baldomero, compañero...


Cuando me asomaba por la tercera planta podía verte, escoltando las aulas que anidaban a tu espalda. Nunca tuvimos una conversación larga, ni una confidencia, ni un diálogo forzado. Tan sólo palabras cruzadas, cordialidad, serena calma de ministerio a las doce de la mañana.


Sabía que eras de la misma tierra que alumbró a mis padres. Eso me acercó un poco más. Sabía que eras independiente, tranquilo, cumplidor a carta cabal. Ese compañero que siempre estaba en su sitio, que entregaba por la tarde el testigo de las firmas y de las formas al granadino de traje siempre impecable. Eras aquel, sí ahora los recuerdos acuden intensos, al que siempre al alzar la cabeza veía subir por la cuesta de Atocha, con pies ligeros y mirada firme, cada vez que intentaba aparcar y me limitaba a observar.


Pues ese es el misterio. La noticia me cayo como un mazazo. Rafa me la trasladó, por las ondas del aire, con pespuntes de chispas negras y crespones en cada palabra. ¡Qué lejos de la noticia cuando no te toca de cerca!. ¡Qué intenso cavilar cuando pienso que no te volveré a ver! ¡Qué extraños, crueles, caprichosos los vericuetos y pasadizos de esta vida! Tú y tu familia. Tú y todos los tuyos. Qué maldito destino...


Puedo dar gracias a la vida por no haber recibido todavía sus severos azotes. Las piedras en el camino que haya podido encontrarme no han torcido mucho mis pasos. Pero reconozco que entre los fogonazos que más han removido mi conciencia han estado sin lugar a dudas, la muerte de Antonio Breva, y ahora la explosión de supernova que ha supuesto conocer que en aquel avión ibas tú y tus tres vidas paralelas. Una vuelta de tuerca más se ha producido. Una dimensión más ha sido cruzada. Firme es en mi voluntad el pensamiento de vivir cada día intensamente. Si para algo puede servir que ya no estéis aquí será para que apreciemos más cada paso de la hoja en el calendario. No más jornadas grises de ministerio. Tu ausencia me despertó del sueño de la vida. Ni una lagrima, compañero; pero oceanos de perplejidad, y de respeto.


Ahora, compañero, estarás como en el Inap, dos o tres niveles por encima de mí, pero convertido en energía plena y anima mundi, aunque, cada vez que pase por delante de tu mesa, seguirán acudiendo las preguntas sin respuesta a mi cabeza, y te veré, sereno y dispuesto, como si no hubiera pasado nada.


Un poema para tí y para los tuyos, allá donde estéis....


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble clavera
y desamordazarte y regresarte.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

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