Solos


Lo queramos o no. Solos. Desde que venimos al mundo sin conocer a nadie. Desnudos ante los que ponen los ojos en nosotros. Después, un tiempo acompañados; hasta que la adolescencia nos hace soltar amarras y abandonar la casa para abrir caminos en nuestra propia rebeldía. Solos y hambrientos de sensaciones, pura energía. Acompañados después, por lo que creemos nuestro complemento fiel, alberca donde verter amor, dualidad de sentimientos encontrados, heridas de hielo y fuego. De nuevo solos, en el desengaño y en las lágrimas, por creer que los principios llegan hasta el final, hasta caer de bruces en el eterno errar, camino de imperfección. Otra vez acompañados, con las marcas del tiempo en el rostro, cicatrices de soledad que busca y que quizá encuentra, el más largo periodo de soledades ausentes, plenitud de vida, madurez de los karmas inciertos, amor en todas las vetas del espíritu; calor de compañía que se multiplica, camino firme que bordea el precipicio negrísimo de encontrarnos solos otra vez, y en qué momento. Rupturas que rajan el alma para volver a estar solos si ponemos el pie al otro lado de la senda cierta. Son las sombras de escarcha que aullan sin gozar de otro periodo de luz y que se pierden en el torbellino del devenir y fenecen. Y al final, si, eso, solos. Porque nos abandona la vida; o porque nos abandona nuestro amor, de la mano de la muerte. Inmisericordemente solos y para siempre. Solo morirás, solo mueres, solo naces y estamos con alguien solo a veces. Por eso quiero disfrutar de cada instante que me regalas, quitándome el frío. Porque venimos y nos vamos solos , y sólo al final los recuerdos duelen.

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