LA TIRANÍA DE LA IGNORANCIA

Este hombre murió el miércoles. La ciudad que le vió nacer en 1.923 le ha visto morir en este siglo de ciencia ficción. Vivió más que cualquiera pueda vivir, y experimentó con casi todas las disciplinas del conocimiento. Ya, ya sé que no es el actor de moda. Tampoco es un futbolista fallecido en extrañas circunstancias. Nunca será el objetivo de un foco ni de una cámara. Luis Cencillo era un cerebro-esponja que absorbió todas las facetas del saber y del conocer con extraordinario apetito. Frente a él, muchos cerebros espongiformes ( que no es lo mismo) disfrutan de funerales casi "de estado" y de llantos desconsolados por las calles de la capital del Reino.
El desinterés por la cultura tiene estas cosas. Se nos escapan los genios entre las manos, como la arena que no pone su granito porque se desliza entre los dedos hasta el abismo del olvido. Espero que allí se haga justicia y si hace falta, se vuelquen pueblos enteros reivindicando un reconocimiento a su paisano excelso. Hoy en día ese fenómeno sólo pasa con los niños de Operación Triunfo, o con los secuestrados voluntarios de Gran Hermano. Hasta el ayuntamiento de turno se ofrece para promocionar a sus futuras estrellas. ¡Qué injusticia!
Luis Cencillo fue doctor en Filología Clásica, licenciado en Filosofía, Derecho, Teología y Antropología, diplomado en Psicología, y fue profesor en Friburgo, Munich, Bonn, Colonia, Valladolid, Madrid y Salamanca.
O sea, un hombre gris y sin ningún interes para el común de los mortales. Yo lo conocí a través del programa de las Noches Blancas de Dragó y me resultó muy interesante. Hablaba de los sueños como el que habla de la tensión arterial o de los dolores de cabeza. Veía el mundo onírico como algo normal, con significado pleno de lo que nos ocurre en la vida. Era como Jung hablando del I Ching: personas con formación académica justificando fenómenos "paranormales".
Humanista por naturaleza, nunca te cansas de oír lo que dice porque imprime a todos sus dialogos la bendición de la tranquilidad; del hablar pausado.
Ha muerto un "galáctico", pero éste no vende camisetas. Rezumaba cultura, afán por aprender (dijo en alguna ocasión que no dejaba de estudiar ningún día). Descanse en paz junto con los otros granos de arena que se nos escapan y no volverán. Pablo Sarasate estará tocando el violín a las puertas de donde vayas para celebrar tu bienvenida. El lleva allá cien años, y está acostumbrado a estar sólo en la mente de unos pocos. ¿Se movilizará Biarritz para recordarte? ¡Quía! En el siglo XIX no había televisión.
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