y el "ver blog" se hizo carne...

Una necesidad perentoria, casi una obligación. Deshojar la margarita de los apegos y quedarse sólo con dos o tres, uno de ellos la disciplina. Escribir para disciplinar el espíritu y para alejar el fantasma de la pereza, que tiene cuerpo y forma casi humanas.
Leer, absorber, asumir, imaginar, componer, decidir, escribir, y que los videojuegos, ni el mus, ni la cama, los manjares frívolos de mi existencia, me hagan naufragar. Comprar, bricolar, cotidianear, bregar con los asuntos banales que desagradan y se pintan en tono gris, tampoco deben suponer obstáculos para ello. Voluntad, pluma, tecla y lo que sobre para la creación. Como en la caja del supermercado, así como las tablas separan las compras, todas sin alma, yo tengo que separar técnicas de volátiles ideas. Y luego el pago.
Todo nutre y hace pared. Construye. Los blogs de gentes conocidas, otros que se cazan al vuelo, periódicos, y todos los libros pendientes de mi salón. Bastante material, y después disciplina, mujer afanada con sus cacharros, organizada, seria, pero eficaz.
Madrid, diecinueve de diciembre. Consigo salir de la pereza y teclear en el portátil. Empezamos bien. Ni yo me reconozco tan entregado. A ver si dura.
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