Olvido, dueño de la mala cabeza.

Por lo menos me acuerdo de lo que voy a hablar. El caso es que a mí se me olvidan las cosas. Las accesorias y las de "clase media". Espero que la enfermedad no vaya a más y algún día se me olvide cómo me llamo, o donde vivo, o a qué dedico el tiempo libre. Examen de conciencia, penitencia y propósito de enmienda son las tareas que tengo encomendadas. Pongo hoy mismo, una vela a Dios y otra al Diablo para que me guien por la senda del orden y de la disciplina. Debe ser cuestión del gusto por la improvisación, que me fascina. Debe ser. Luchar contra los defectos es tarea árdua. ¿Quién sabe los trastos que descansan por los rincones, recovecos y puntos muertos de mi memoria? ¡Qué extraña estancia! Puede haber de todo. Quizá en algún sueño extraño pueda yo regresar a ese zaquizamí en penumbra para rescatar lo que merezca la pena. ¿Me atreveré a cruzar el umbral de la puerta?
La imaginación me lleva por un pasillo incierto que mi recuerdo, a duras penas, retiene en su conciencia. Camino despacio y sellando cada paso, dejando columnas de firmeza detrás de mí. Al frente, la puerta de madera maciza castigada por los años. Marcas de garras misteriosas dibujadas en su corpachón avejentado, y mi mano que agarra el pomo armándose de valor para retorcerlo. Espero que esté abierto pues no recuerdo haber tenido una llave en los bolsillos. Crujir de goznes. Chillar de bisagrones chivatos. Mis ojos se abren sorprendidos y se vuelven a cerrar decepcionados. No queda mucho más que silencio, vacío y bártulos sin importancia. Creo que lo tiré todo hace siglos. En el ángulo opuesto, una mesa. Y en la mesa una libreta naranja cerrada escoltada por una pluma plateada. Acaricio sus páginas rememorando momentos que no me duelen: amigos, lugares, risas. Heridas cerradas y casi imperceptibles. Y en la última hoja una sola frase escrita con letras brillantes, cegadoras: FUTURO.
Olvido de cosas pequeñas. ¡Qué lata! Sólo un poco de atención para vencerlos. ¡Como no voy a poder con ellos! Nunca dejé que los pájaros se subieran a la escopeta. O sí... No me acuerdo.

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