La calle Atocha

La calle Atocha es una señora sesentona, con sus prejuicios y sus resabios. Ha estado aquí desde hace la tira y se las sabe todas. Prolonga su sombra gris para que todo el mundo resbale por encima de ella, llevando su existencia a cuestas y sus prisas, y ella, como una madre permisiva, deja al libre albedrío del devenir nuestras causas y nuestras cuítas.
Pervive en la memoria y sobrevive a las obras y los asfaltados. Mira de reojo las malas acciones y los milagros diarios. Renace todos los años con las colas de beatas del Cristo de Medinaceli. Se pasea con el bolso bien pegado al cuerpo y cuando alguien pregunta por ella siempre aparece por la bocacalle más cercana. La calle Atocha se toma sus vinitos en Huertas, y queda con sus amigas en Lavapiés para recordar los tiempos mozos, cuando una vecina era una hermana y una enemiga a la vez, y los recuerdos todavía recuerdan las fiestas chulapas y las gallinejas.
Sobrevive en un refunfuño a los botellones y las vomitonas, y no le gusta mucho el mestizaje de hogaño, pero comprende este pequeño caos porque siempre vivió entre carteristas y trileros, y sabe de la vida y está de vuelta de todo, y cuando se va a dormir por la noche, se acuesta con un ojo abierto porque dice que no se puede permitir el lujo de morir unas horas mientras los noctámbulos se dejan la piel en las tabernas y alguna pena dentro de un vaso de tubo.
Comentarios
Presento la novela en Madrid el día 23 de abril, en la librería Aviraneta (creo que se escribe así), c/ San Bernardo. Como habrá música y copichuela después, me encantaría que pudiéramos charlar un rato. Un abrazo.