ZAMORA, REGIA Y SEÑORA.

Era para mí una de esas provincias que pasan desapercibidas. Una referencia en un mapa, nada más. Y del descubrimiento de su señorío, de sus limpias calles, de su aire medieval hago recuerdo en mi memoria, y me engalano de joyas de piedra en su honor, por haber ensanchado un poco más mis horizontes de hombre viajero.
Zamora fría y serena, húmeda de Duero y seca de aires norteños, tus iglesias sientan cátedra de aconteceres pasados, de reyes y nobles apostados en tu regazo prestos a tu conquista, doncella de vegas vírgenes y rincones sombríos donde relucen las espadas.
Y después de ensalzar sus virtudes pasadas y presentes, se me arruga el verso al comprobar que tan noble ciudad castellana también adolece del fallo inevitable del hombre; o de su descuido más bien, porque la estancia en el Parador del Conde de Aliste ha tenido sus claroscuros. Bello lugar, espartano en su decoración, con patio renacentista salpicado de bonitos blasones, pero que, de puertas de habitación para adentro, sorprende por su falta de limpieza.
Lo primero que un viajero desea al llegar a su destino, antes incluso que deshacer la maleta es, sin dilación, ir a hacer pis. Y basta que uno ha pasado por debajo del escudo nobiliario, por entre medias de columnas dóricas o jónicas, quizá corintias, y por encima de un suelo de madera centenario, lo menos que espera a continuación, es asentar las posaderas en una loza digna, fría "roca" blanca pero pulcra, que sirva de muro de contención al nalgamen para poder liberar lo que doscientos y pico kilómetros han madurado en la barrica de la vejiga.
Pues no. A veces la guinda estropea una gran tarta. Gotillas sospechosas en el "trono", pelos de palidez extraña en las toallas, alegres salpicaduras de agua en los espejos.... y unos cuantos etcéteras de porquería.
¿Por qué, Zamora mía, te hacen en el Parador, tan flaco favor a tu excelencia? ?Por qué me acuerdo, deformación profesional aparte, de que eres, inevitablemente, Administración Pública, y por ende descuidada, funcionarial y caduca?
Bien es verdad que cuento con los buenos ojos de Susana para paliar los embotados y cansados ojos del menda. Qué gran ayuda y complemento contar con su vista de aguila, aunque en este caso, no hacía falta tener agudeza de rapaz para darse cuenta de que la señora de la limpieza gasta ojos de topo.
Guardadas estas anécdotas en el bloc de sugerencias, los pasos que nos llevaron hasta los templos siempre han ido cargados con la polvorilla de la curiosidad, y del reclamo del románico, por supuesto. Iglesias grandes de joyas pequeñas. Iglesias pequeñas con grandes historias y enormes misterios, encerrados en su minúsculo abside de horno de pan. Santiago el Viejo, S. Pedro de la Nave, santa esencia y sublime en frasquito de piedra.
Al regresar a Madrid, la niebla nos escoltaba, advirtiéndonos de que los secretos de la ciudad deben mantenerse ocultos hasta que saliéramos al páramo, y aún más allá también. Viaje mágico, como todos los que han iluminado estos dos últimos años. No nos conformamos con ello y nos desviamos a Toro, para añadir una posdata a esta carta. Posdata de vino rojo. Rojiza posdata de Colegiata. "Cuando la máquina echa humo, los viajeros se van subiendo a los vagones, con nostalgia de hogar en el estómago, y recuerdos de los sitios nuevos guardados en la maleta".

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Muy bien eso de ojos de águila, habrá que decirselo al oculista para que me libere de las gafas de cerca.
El próximo viaje lo decides tú. ¿Y a dónde será?

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