IUslas afortunadas


Y no precisamente en las Canarias; aunque aquí, en el Corredor del Henares, los rivales están que trinan. San Fernando y Rivas, Julio Setién y José Masa, son dos notas discordantes en el lago azul de la Comunidad de Madrid.

Izquierda Unida no gobierna en muchos sitios. Lejos quedan los califatos de Anguita en Córdoba, seguidos después por la díscola o disidente Aguilar, harina de costales que al final repelieron hoces y martillos. Dos ciudades, dos pueblos, distintos en su modo de concebir a la ciudadanía. Técnica depurada en su maquinaria por hacer y por parecer, que también importa. Dos gotas rojas cuyo peso ha calado en las conciencias, hastiadas unas, indignadas otras, contentas con sus ediles por millares. Los dos pueblos se han plantado en el panorama político madrileño con chulería y desparpajo, mirando por encima del hombro, ya sea pana o tela de cuadros lo que perfila el horizonte de los cuatro años que seguirán con el bastón de mando. La autoridad no entiende de ideologías, y ellos la han ejercido templando, más que mandando. O eso parece.

Dos alcaldes muy populares aunque no divisen gaviotas desde la terraza del ayuntamiento. A lo lejos, quizá, se barruntan bandadas, pero el término municipal es grande y la calle es suya. Julio Setién ha desempolvado plazas viejunas, se codea con la gente del barrio, salpica de barro el cuadro de la bicicleta por los caminos del otrora Real Sitio. José Masa, profesor de carrete largo y cinturón rojo, se deja ver por el pabellón, juega dignamente en el fondo de pista, se gana al público en cada sesión. Son dos líderes de izquierdas con aires de Obama blanco, que saben estrechar las manos y ganarse los votos a puñados, como un inquietante explotar de palomitas blancas.

Miguel Ríos, Dolores Ibárruri, Pilar Bardem, Marcos Ana… nombres que salpican calles, eventos y monumentos, para gozo de correligionarios, con cierto arrimo de ascuas a su particular sardina política, sin rubor ni cortapisas. En los carteles han puesto un nombre que todo el mundo conoce, y así, burla burlando, han construido su mini-sociedad, tan justa o tan imperfecta como cualquier otra, pero con una personalidad innegable. Han materializado la utopía de que IU importa.

El pueblo, consciente de la municipalidad de la fiesta, les ha depositado su confianza; en Rivas, incluso con mayoría absoluta, Setién aumentando huestes y apoyos. Dos IUslas rojas para afrontar cuatro años de sargazos, crisis, impuestos y cotidianeidad. El día a día juzgará la gestión. Y los vecinos de esas dos IUslas del este seguirán decidiendo su futuro: rojo, azul o quizá… magenta.

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