EL MISTERIO DE SOMORROSTRO VIII

El comisario de Coslada, era una persona que estaba muy bien relacionada con el estamento judicial de la ciudad. En Colombia 29, como se le conoce vulgarmente, se trasladan los expedientes en vetustos y artríticos carros de la compra, como en cualquier juzgado, pero se da la particularidad de que existe una fina aureola de hospital, de módulo para terminales, que le confiere a las visitas una angustia inmerecida y cruel. Miguel Rufilanchas, a pesar del cargo, también sentía ese temblor indisimulable cuando pasaba el umbral, y por eso, quedaba con los fiscales y los jueces en una cafetería cercana a la rotonda volcada de la calle Honduras. El inspector Vélez ya estaba investigando las cajas del trastero de Susana, y que a su vez eran de Agapita, la antigua dueña del piso y archivera jubilada, felizmente. De los primeros informes evacuados con el inspector, ya se extraían las conclusiones preliminares, y en esta ocasión, el fiscal, con el mostacho tintado de café cortado , había comenzad...