Entradas

Mostrando entradas de abril, 2024

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO VIII

Imagen
El comisario de Coslada, era una persona que estaba muy bien relacionada con el estamento judicial de la ciudad. En Colombia 29, como se le conoce vulgarmente, se trasladan los expedientes en vetustos y artríticos carros de la compra, como en cualquier juzgado, pero se da la particularidad de que existe una fina aureola de hospital, de módulo para terminales, que le confiere a las visitas una angustia inmerecida y cruel. Miguel Rufilanchas, a pesar del cargo, también sentía ese temblor indisimulable cuando pasaba el umbral, y por eso, quedaba con los fiscales y los jueces en una cafetería cercana a la rotonda volcada de la calle Honduras. El inspector Vélez ya estaba investigando las cajas del trastero de Susana, y que a su vez eran de Agapita, la antigua dueña del piso y archivera jubilada, felizmente. De los primeros informes evacuados con el inspector, ya se extraían las conclusiones preliminares, y en esta ocasión, el fiscal, con el mostacho tintado de café cortado , había comenzad

EL MISTERIO DE SOMORROSTRO VII

Imagen
 " Siempre se ha creído que existe algo llamado destino, pero es una realidad innegable que también convivimos con una realidad llamada albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio entre los dos polos de esa contradicción " Gilbert Keith Chesterton. El suelo de la Plaza de España estaba mojado municipalmente, como las calles del Madrid de la posguerra. En esta ciudad, es un minúsculo, casi ridículo camioncillo, el que pulveriza un chorro en forma de ducha hostil, mitad agua y mitad aire. Allá en la capital, in hilo tempore, el funcionario de turno empuñaba la indomable manguera, cuarteada por el uso y las batallas, como si de un caño elástico se tratara, arrastrando con su furia las colillas, las publicidades y la mugre. Son cosas del nuevo paradigma de la sostenibilidad y el ahorro. Algunas de esas gotas, como si fueran bólidos, se colaban por tandas, aprovechando la apertura ocasional de las puertas automáticas, y se estrellaban, pasadas de frenada, contra el zóca